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Carmen Amaya, su última vez en Buenos Aires. Año 1962

Carmen Amaya en una fotografía supuestamente autografiada (Amaya no sabía escribir.)



A Carmen Amaya ya le he dedicado otras publicaciones en este blog, (ver en el buscador) pero esta creo que es especial, ya que intenta recordar la última presentación que hizo en Buenos Aires en 1962. Luego esta ciudad que tanto la admiró, la vio partir hacia Barcelona y al año siguiente se consternaba al saber de su deceso. Ella, desde su primera vez en el teatro Maravillas en 1936, supo cautivar al público argentino y repitió en 1962 lo que hizo siempre; colmar la sala con admiradores que se facinaron con sólo verla salir a escena. 

Sobre su baile  ha dicho Francisco Hidalgo Gómez (de la Asociación de Críticos de Arte Flamenco)  “Carmen Amaya prodigaba el nervio y la velocidad; rompía el quietismo anterior de las bailaoras y, sin embargo, seguía al pie de la letra la estructura de los bailes tal como eran. Su manera de bailar parecía anárquica, intuitiva, pero sólo lo era en apariencia. El baile suyo parecía concebido más como necesidad espiritual y estética que como mero ejercicio profesional. Baile que revolucionó los conceptos del  flamenco del momento, que fue la interpretación más violenta y de mayor fuerza que se ha hecho del flamenco. Dramáticas contorsiones, impresionantes desplantes. Temperamento que la abstrae de todo lo que la rodea y que hace que el tiempo se detenga para quien la ve, que hace que se pierda todo sentido de la propia existencia exterior. Sólo se rige por su inspiración. Nerviosidad y celeridad en sus zapateados - nunca nadie hasta hoy ha logrado un zapateado a su velocidad -, en los brazos que mueve incansablemente, en las violentas sacudidas de cabeza, en la expresión de su cara. Se iban los ojos detrás de aquel huracán que parecía iba a desbordar el escenario. Donde había una vuelta daba dos, y violentas. El baile de Carmen, sin embargo, era un baile serio a pesar de la turbulencia que la rodeaba. 
Su compás era de acero, con un sentido prodigioso del ritmo, con un tempo rigurosísimo, que deleitaba por su perfecta exactitud en un torbellino de movimientos. Nunca nadie ha dado las vueltas como ella, con tanta rapidez como perfección, haciéndolas todavía más difíciles cuando se permitía su formidable vuelta quebrada hacia atrás que nadie más que ella ha hecho. Improvisaba a menudo, siempre creaba algo sobre la marcha, y de pronto sincronizaba con los demás con una llamada que invitaba a pararse en el momento más crucial. Carmen poseía el dominio más absoluto del son, combinando el de planta con el de golpe y tacón. Su ejecución del redoble hacia atrás en el zapateado, el taconeo acompasado, fue única y perfecta.”
Amaya junto a Paquita Bustos, Luis Sandrini


El amor de "La Capitana" y de su público en Argentina era incondicional y recíproco, debe ser por eso que a pesar del mal año que fue 1962 para la Argentina, Amaya no faltó a la cita y es importante aclarar cual era el contexto que la recibía.
Aquel fue el año en que el argentino medio miraba azorado, como la comedia se trasladaba de sus escenarios naturales a la Casa de Gobierno; es que el 29 de marzo de 1962 el país sufre un nuevo golpe militar, pero esta vez con ribetes tragicómicos; el presidente constitucional, Arturo Frondizi, detenido por los militares se negaba a renunciar estando ya detenido e incomunicado en las Isla Martín García. Eso llevó al agotamiento físico a los líderes golpistas quienes se fueron a dormir antes de asumir formalmente el poder. En la mañana del 30 de marzo, el general Raúl Poggi, se dirigió a la Casa Rosada para hacerse cargo del gobierno, y se sorprendió con el hecho de que los periodistas le comentaban que un civil, José María Guido, había jurado esa misma mañana como presidente de la República, en el palacio de la Corte Suprema de Justicia que había considerado el caso como de acefalía y le impuso a Guido el cargo. Entre incrédulos, sorprendidos e indignados, los militares golpistas y dormilones terminaron aceptando a regañadientes la situación, pero le impusieron un gabinete económico que incluía a figuras como José Alfredo Martínez de Hoz y Federico Pinedo que produce de inmediato una muy fuerte devaluación del peso, renuncia a los pocos días y asume Álvaro Alsogaray, el desánimo en la población era enorme.
Alfonso Paso
El panorama, entonces, en los escenarios porteños en concordancia con su sociedad, también se presentaba opacado: Margarita Xirgu vino desde Montevideo para dirigir “La Dama Boba” y no le fue todo lo bien que se esperaba, lo mismo sucedió con Lola Membrives con su reposición de “Bodas de Sangre”  Tampoco “El Caballero de Olmedo” muy bien montado en el teatro General San Martín, consigue los favores del público. Ante semejante clima de desaliento social, no es casual entonces que dos, de los que si tuvieron éxito en esa temporada, llevasen la firma del comediógrafo español Alfonso Paso, que distendió el gesto del espectador, con dos comedias amenas y divertidas; “Cosas de mamá y papá”  interpretada por la gran Niní Marshal que comenzó con mucha concurrencia en el recordado Teatro Odeón, luego bajó un poco su convocatoria, pero que en una gira de 16 días por las provincias recaudó casi un millón de pesos (5.000 espectadores, aprox.) La segunda comedia de  Alfonso Paso se presentó en el viejo Teatro Empire; “Vamos a contar mentiras” con Diana Maggi y Manuel Sabatini en los principales papeles (a Sabatini lo sustituyó luego por irse de gira el gran Ubaldo Martínez) Si en la primera parte de la obra el espectador se reía con ganas, en la segunda parte, que era realmente desopilante, se olvidaba por un buen rato de Alsogaray, de Guido y de todos sus problemas. 

Carmen Amaya

Es en esta situación y promediando ya la temporada, cuando el empresario Enrique Kotliarenco, esposo de la cancionista española María Antinea y gran conocedor de la plaza teatral porteña, a pesar de la devaluación del peso que encarece la presentación de artistas de renombre internacional, decide apostar muy fuerte y presenta en el escenario del españolísimo Teatro Avenida, a quien nunca ha defraudado en ninguna sala y mucho menos en Buenos Aires; Carmen Amaya, “La Capitana"
El debut fue el 9 de Julio, fecha patria para los argentinos, como si la fiesta que siempre fue ver a "La Capitana" le pusiese alegría a la Argentina triste de ese tiempo.
Aquí está el programa de mano de aquella última vez en Buenos Aires.


 Como vemos, el programa de mano es de una impresión económica, de papel liviano, sin la calidad que semejante artista merecía, seguramente también producto de la crísis, pero lo importante es que ella estuvo y acompañada por un buen elenco en una revista musical de 12 cuadros que firmaron María Huesos y Jorge Closas

Celeste Crijo y Héctor Gagliardi
Vemos que la acompañan, además de los artistas flamencos y bailarines del Clan Amaya, las bailarinas del Teatro Avenida y artistas como Héctor Gagliardi, poeta arquetípico porteño, que gracias a la radio y a sus presentaciones en clubes y teatros, era ya un personaje de la mitología porteña. Decía sus poemas como quien habla suspirando y seguramente le dedicó alguna de sus creaciones a Carmen Amaya y de alguna manera él la presentaba. También vemos a Celeste Grijo; de la que se dice que fue una especie de Betty Boop española, cancionista ella, que dejó España en tiempos de la guerra y se radicó en Chile con relativo éxito.


El próximo año 2013 se cumplirán 50 años de la desaparición física de Carmen Amaya, sabido es que en muchas ciudades de España se preparan diversas conmemoraciones, sería de esperar que aquí tambien reciba un nuevo aplauso esta artista excepcional, porque Buenos Aires no la olvida.
Recomiendo a todos quienes quieran acercarse un poco más a la figura de Carmen Amaya, visiten el sitio:



2 comentarios:

Dante Bertini dijo...

muy joven, pude verla por televisión bailando...nunca lo olvidaré.
un abrazo

marisa dijo...

he visto las fotos y los programaas en ellos aparece el nombre de mi actual profesora de flamenco, que estuvo con ella muchos años en la compañia de carmen amaya ANGELA GRANADOS Y SU MARIDO EL MONO