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CUANDO LA CENSURA ALCANZÓ AL LUNFARDO


El lunfardo fue considerado un vocabulario espurio por la xenófoba y clasista alta sociedad porteña. 




En cuanto al mal que resulta de una censura, es imposible de medir, ya que es imposible decir dónde termina” 

Jeremy Bentham




Por Roberto Famá Hernández

El lunfardo, que para algunos entendidos no conforma un lenguaje, ni siquiera un dialecto, sino apenas un vocabulario pobre, surge en ambas orillas del Río de La Plata y en la zona portuaria de Santa Fe, durante los últimos años del Siglo XIX y principios del Siglo XX con el aporte de vocablos propios de las distintas olas migratorias, sobre todo la italiana, que se entremezclan con palabras de origen indígena, africano, y gauchesco, que ya había en estas tierras.

Por décadas toda una serie de prejuicios, de los que ni siquiera Borges estuvo ajeno, han calificado al lunfardo como un vocabulario espurrio, grosero, muy propio de las cárceles y de los delincuentes. En 1878 en el periódico La Prensa, bajo el título “El dialecto de los ladrones” se da cuenta de una serie de palabras en lunfardo y su significado en castellano. Ezequiel Martínez Estrada, que tanto ha reflexionado sobre la psicología y el carácter de nuestro país, en su libro “Radiografía de la Pampa” editado por vez primera en 1933 afirmó que:
“En la formación de las palabras espurias hay algo de ignorancia y de pereza, pero hay mucho más de intención rebelde, esas palabras victimarias de otras que automáticamente se sepultan debajo, se propagan con facilidad aún en los círculos superiores porque llegan como un hálito de la venganza anónima.”
Considerado durante décadas el lunfardo un vocabulario espurio por la xenófoba y clasista alta sociedad porteña de principios del Siglo XX, esa supuesta “intención rebelde” que describe Martínez Estrada, les resultaba una amenaza y en ese “halito de venganza” anidó el miedo a perder privilegios, en un tiempo de anarquistas, de lucha de clases y reclamos de derechos.

El lunfardo había llegado ya a ciertas revistas ilustradas de gran circulación como Caras y Caretas, PBT, Fray Mocho, que ubicaban ciertos vocablos como un recurso expresivo y caracterizador, especialmente en viñetas que reflejaban la realidad social. Más adelante, el lunfardo formó parte de las aguafuertes, también de las secciones de humor y luego aparecieron algunos términos en la sección policiales de los diarios. 

Pero donde más hondamente se radicalizó el lunfardo fue, sin dudas, en las letras de tango y en los sainetes del teatro criollo, esto era lo más irritante para cierta elite rioplatense.

Por decreto del 13 de agosto de 1931, del Presidente golpista, general José Félix Uriburu, crea la Academia Argentina de Letras, y en el articulado del decreto, donde especifica las funciones de la institución dice entre otras obligaciones que debe: “Velar por la corrección y pureza del idioma, interviniendo por sí o asesorando a todas las reparticiones nacionales, provinciales o particulares que lo soliciten”. De allí que una de las primeras resoluciones de la Academia pedía a diarios, radios, teatros y revistas, “desterrar de sus textos, repertorios y audiciones, voces y frases incorrectas”. Esta resolución fue el primer antecedente administrativo de intento de censura sobre el lunfardo.

Luego se sucedieron varias disposiciones administrativas regulatorias de la actividad radial, pero después del año 39 las autoridades estaban más celosas de las expresiones políticas, atentos a la manipulación de la opinión pública que había logrado Joseph Goebbels como Ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich, en un contexto donde nuestros militares estaban divididos entre aquellos que pugnaban por mantener la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial, que eran acusados de simpatizantes de Hitler y quienes querían brindar apoyo a las tropas aliadas contra el nazismo.

Con el golpe militar del 4 de junio de 1943 todo se aceleró, al punto que en menos de una semana, exactamente el 9 de junio, con una resolución de la Dirección de Radiocomunicaciones, se creó el llamado Manual de Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión, dando lugar al llamado “proceso de depuración del lenguaje radiofónico” una verdadera mordaza que, entre otros males, censuró el vocabulario lunfardo bajo la excusa de resguardar valores éticos, morales y de preservación del castellano, al punto que consagrados poetas, dramaturgos y libretistas se vieron obligados a “depurar” su lenguaje.

Un caso paradigmático es el de la consagrada humorista y libretista Nini Marshall, pese a que sus personajes contaban siempre con un locutor como partenaire, que corregía cada una de las “deformaciones” del lenguaje, fue censurada por expresa orden del entonces Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Dr. Gustavo Martínez Zuviría, que como escritor firmaba bajo el seudónimo Hugo Wast, sus novelas costumbristas tendenciosas y superficiales, puestas al servicio de la moral católica, por las cuales alcanzó la medalla de oro de la Real Academia Española de la Lengua.

Los autores de libretos para radioteatros, que era la forma de entretenimiento más popular para la época, optaron por volcarse a temas de nacionalismo histórico, o exaltación de la “raza hispana” y obras costumbristas, pero que honraran valores morales y éticos, acorde al paladar nacionalista del poder de turno y de sus censores.

Los dos radioteatros más exitosos trataron los problemas propios de la clase media. El de mayor popularidad se inicia en 1942 titulado “Los Peréz García” del libretista Oscar Luis Massa, que se emitía de lunes a viernes en horas del mediodía por Radio El Mundo y trataba, con marcado corte moralista y cuidado del idioma, los problemas típicos por los que atravesaban “Los Pérez García” y cada semana transcurría sobre un mismo problema, al llegar el viernes, lograban el final feliz y a tal punto el objetivo era moralizante, que sobre cada final, el actor Martín Zabalúa daba una conclusión que debía extraerse de lo que había sucedido, a modo de moraleja. Otro radioteatro de rotundo éxito fue “Qué pareja!” de corte humorístico con textos de Jorge Paz sobre un matrimonio de la época, también de clase media, pero con muchos enredos dentro del clásico humor apto para toda la familia, que se transmitía del mismo modo por Radio El Mundo, de lunes a viernes, 19,45 con una duración de 15 minutos.

Los letristas e intérpretes de tangos y milongas fueron los más perjudicados con la persecución al lunfardo, en tanto que se vieron obligados a modificar sus títulos y versos para ser emitidos por las radioemisoras. Como la prohibición se limitaba a la difusión radial, los mismos tangos podían ser grabados en versiones libres y cantados en lugares públicos o privados sin restricción alguna. Algunos tangos que no utilizaban vocablos del lunfardo pero también fueron obligados a modificar sus poemas por ser considerados contrarios al discurso moralista que se quería imponer; tal el caso, entre muchos otros, del tango “Tal vez será mi alcohol” con música de Lucio Demare y versos de Homero Manzi, que debió cambiar su título a “Tal vez será su voz” y modificar  su letra de la siguiente forma:

“Tal vez será mi alcohol”

Tal vez será tu voz,

aquella que una vez

de pronto se apagó.

¡Tal vez será mi alcohol, tal vez!

Su voz no puede ser,

su voz ya se durmió.

¡Tendrán que ser nomás
fantasmas de mi alcohol!
“Tal vez será su voz”

Tal vez será el rumor

de aquella que una vez

de pronto se durmió.

¡Tal vez será su voz, tal vez!

Su voz no puede ser,

su voz ya se apagó,

¡tendrá que ser nomás
mi propio corazón! 


Ya, en tiempos del gobierno de Perón, algunos artistas de filiación peronista como Enrique Santos Discépolo, fueron a pedirle al General que terminara con ese absurdo de prohibir el lunfardo, pero Perón tenía en su gobierno en la Subsecretaría de Prensa y Difusión a Raúl Apold, un personaje realmente patético, que manejaba a su antojo un presupuesto de 40 millones de pesos que volcaba a la propaganda partidaria que desoyó los reclamos e hizo uso y abuso del poder que le daba su cargo y el Manual de Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión le daba amplio espacio para su arbitrariedad, algo así como un "apto para todo abuso". 

Un caso emblemático referente al tema que nos ocupa y demuestra la sinrazón de la censura y la iniquidad de este hombre, fue lo que sucedió con el tango "Óyeme" de Enrique Francini y Homero Expósito que, sin contener ni un  sólo vocablo en lunfardo ni alusión a alguna a cualquier tema o situación que pueda considerarse inmoral fue prohibida su difusión en radios sin especificarse razón alguna:


Óyeme:
hablemos del adiós...
Tu forma de partir
nos dio la sensación
de un arco de violín
clavado en un gorrión.
Sálvame,
que anoche comprendí
que es corta una canción
para poder llorar
la desesperación
de tanta soledad.
Óyeme,
¡me tienes que escuchar!
Si ayer que pude hablar
pensaba de perfil,
ahora que no estás
no sé pensar en ti.

Llorar
ya no podré,
y con llorar
igual no has de volver.
Por eso grito mi dolor desesperado
como hincado en las ternuras del pasado.
Porque el pasado es una noria de preguntas
que me deja con las manos siempre juntas,
pidiendo... ¿para qué?
Si no poder llorar es comprender
que ya no volverás...

Fue en abril
el año, ¿para qué?
la tarde estaba gris,
llovía aquí también
un llanto de violín
y un verso de papel.
¡Basta ya! ¡Qué fácil comprender
que abril puede volver,
que el sol ha vuelto ya,
que volverá a llover
y tú no volverás!

Óyeme.
¡Me tienes que escuchar!
Por más que pueda más
la noche ser más cruel,
aquí todo está igual

e igual te esperaré.

El Manual de Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión se mantuvo vigente hasta 1953 en que se sancionó la primera ley de radiodifusión, Nº 14.241. Con esta normativa, la radio pasó a ser considerada un “servicio de interés público” pero se la siguió regulando de una manera muy parecida.


Referentes: José Gobello - Arcángel Pascual Vardaro - Luis A Serra

1 comentario:

Mario Sejas dijo...

El radio teatro que mencionan, Los Pérez García no se emitía al mediodía , era a la noche durante 15 minutos diarios junto con Qué pareja y el Glostora Tango Club.
Saludos