Recordando a Cuzzani
Por Roberto Famá Hernández
Fue en la navidad de 1987 cuando partió de este mundo el genial dramaturgo Agustín Cuzzani. De profesión abogado, hijo natural de nuestro teatro independiente más rico, nos dejó varios títulos con una temática que se mantiene con vigencia plena, pero vaya uno a saber por qué, su obra está hoy un tanto relegada de nuestra escena nacional.
Creador de “la farsátira” nos conmueve su humor burlón e inteligente, que busca satirizar al poder, hablarnos de la libertad individual, de la justicia social, denunciando los abusos de un sistema opresor y la incapacidad del poder institucional del Estado. Su fórmula es la de colocar a un personaje fácilmente reconocible, un hombre común atrapado en una situación social absurda, caricaturizada al extremo, que crea la tensión entre el hombre y lo social.
Con escenas simultáneas, en multiplicidad de espacios y profusión de personajes secundarios, Cuzzani no le puso límites a su teatro: desde la puesta, utilizó a veces secuencias fílmicas, pantomima, cantos corales, actores sentados junto al público, empujando al espectador a estar “dentro” de lo que sucede, buscando muchas veces el efecto sorpresa. Y desde la dramaturgia se permitió, por ejemplo, tomar el tema del “Mercader de Venecia” trasladar la anécdota a nuestra cotidianeidad y ridiculizar al sistema judicial argentino con el drama de Shakespeare.
En otras de sus obras más recordadas; el Centroforward murió al amanecer, (escrita en 1955) nos habla de un club de fútbol que debe vender al mejor centroforward del campeonato: Arístides “Cacho” Garibaldi, ídolo de la afición y jugador idealista que es rematado y comprado por un multimillonario que resulta ser un coleccionista de seres humanos excepcionales, y le informa que nunca más podrá volver a jugar, porque es una pieza demasiado valiosa como para arriesgarlo. Encerrado en un palacio cárcel junto a personajes como King Kong, se enamora de una bailarina, pero cuando Arístides “Cacho” Garibaldi intenta recuperar la libertad, será llevado a la justicia y morirá al amanecer.
Su obra “Los indios estaban cabreros” de 1958, es probablemente la que más estrenos ha tenido, incluso recientemente. En ella Cuzzani crea tres indios aztecas: Teuche, Tonatio y El Príncipe Tupa, que parten en busca del Rey del Sol, naufragan precisamente cuando Colón parte hacia su histórico viaje y Cuzzani hace que sus personajes intenten la conquista de Europa. Cuzzani nos habla así de la conquista de América con la dominación colonial, el extermino de los pueblos originarios y, en regocijante humor satírico, es todo lo políticamente incorrecto que puede.
Hoy, que muchos elencos buscan propuestas para la temporada 2014, sería muy bueno que acudan a Cuzzani; seguramente el éxito los acompañará si saben leer y trabajar intensamente a este dramaturgo excepcional que nos dejara en la navidad de 1987.
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