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El TATRO DEL EXTRA CINEMATOGRAFICO


Estamos en la Buenos Aires de 1941. Aunque es febrero un viento demasiado frío del lado del río nos pega de frente; es noche de sábado y bajamos por la calle Victoria (hoy Hipólito Irigoyen) Poco antes de llegar a Perú, encontramos un bar con sólo un par de mesas ocupadas por algunos bohemios.   

Fotografía Puerta de Ingreso al teatro del Extra Cinematográfico
Hoy funciona allí un hotel pero el ingreso al sótano se
mantiene.

Es ahí, al costadito, por esa pequeña puerta de vidrio. Algunas personas más van llegando, se detienen un momento y pasan casi en fila. Hay una luz amarillenta, un cartel pegado al frente que anuncia la función y esa escalerita angosta de baldosas rojas que nos lleva al sótano, donde funciona la pequeña sala del “Teatro del Extra Cinematográfico”


Juan Soluccio en tarea de maquillaje
La idea de crear el “Teatro del Extra Cinematográfico” surgió en un grupo de hombres y mujeres dedicadas a esa tarea cinematográfica y, a iniciativa de Luis Monetta, decidieron que no tendrían autoridades: “Nadie es más que nadie”. Son personas sencillas, artistas que se constituyeron en elenco el 1 de mayo de 1940. Alquilaron luego el sótano de aquel bar de la calle Victoria. Debutaron con “Padre” de Strinberg, siguieron con “El gorro de cascabeles” de Pirandello, “En Familia” de Florencio Sánchez y  luego “Barranca Abajo.” El municipio no les permite cobrar entrada, se financian apenas vendiendo rifas entre el público, pero rara vez logran recolectar los sesenta o setenta pesos mensuales que deben pagar entre el alquiler, la luz y otros gastos, cada uno pone, entonces, dinero de su bolsillo para completar lo mínimo necesario. En cada función tienen un invitado especial, se trata de algún actor o actriz de renombre con quien han compartido alguna escena para el cine y viene esta y cada noche a acompañar y el público ya lo sabe, y asisten, entonces, con ese aditamento extra de ver a un famoso o famosa sentado al lado. Pronto se hicieron de un público de todas las edades que ocupa las casi cien sillas y el largo banco de madera que a veces se agrega cuando las sillas no alcanzan.
La bella Toti Muñoz entre el público asistente como "Inivitada Especial" de esa noche



La dirección del grupo la ejerce uno u otro integrante, según las necesidades de la obra, y así tienen un repertorio teatral que les permite dos funciones diferentes cada semana: “El señor maestro” de José Beruti, “Raro Interludio” de E. O´Neill. “El hombre que yo maté” de Mauricio Rostand, “El señor corregidor” de Belisario Roldán y otras obras muy elegidas.
Entre estos batalladores del arte rescatamos del olvido algunos nombres: Juan Soluccio, Esther Raspini, Nelly Suárez, Rosarito Blasco, Nélida Sepúlveda, Héctor Figueras, José Monetta, Julio Sany, Félix Monetta, José Bruno, José Palmieri, Pablo Suárez,  Ángel Servino y quién hace las veces de administrador del grupo: Enrique Smetana.
Los días de función llegan a las 9 de la mañana, trabajan todos por igual en los decorados, ensayos, limpieza, vestuarios, etc. Son los constructores del arte.

Esther Raspini y Nelly Suárez integrantes del elenco

En la sala podemos ver a los costados grandes fotografías o caricaturas de famosos del cine nacional autografiadas. Una luz de sala con apliques en el techo. Un escenario apenas levantado unos 50 centímetros del piso que tiene, a todo lo largo, un mismo nivel, por lo tanto la función hay que verla levantando la vista sobre las cabezas de las primeras filas y abanicos que se agitan a medida que el aire se hace más pesado. 
La Sala
El aplauso del público es agradecido, cálido, lleno de admiración como el nuestro, porque en esta publicación del blog quiero brindar mi respeto y admiración a los cientos y miles de artistas que en grupos independientes, off, filodramáticos, vocacinonales o como quieran llamarlos hicieron (y siguen haciendo) el teatro argentino con enorme esfuerzo personal y "por amor al arte".

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