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JOSE TALLAVÍ EN BUENOS AIRES AÑO 1911

José Tallaví en Hamlet
Miremos la Buenos Aires de hace un siglo, aquella de1911:  Vemos el asombro de porteños y recién llegados, porque la Avenida de Mayo abre sus entrañas pariendo el primer tramo (Plaza de Mayo - Plaza Miserere) de la línea A de subterráneo.  Se baila con descaro el tango en "Armenonville" y en el "Pabellón de las Rosas" de Alvear y Tagle, al lado mismo del primer campo de juego de River Plate que tiene apenas 10 años de vida. En un bar de la esquina de Chile y Entre Ríos, se encuentran dos artistas que ya se conocían de mentas y deciden marchar juntos; son Gardel y Razzano.
Teatro Scala (hoy Maipo) año 1911
En teatro también hay mucho para mirar: Por ejemplo en el Teatro Scala (hoy teatro Maipo) por un precio de entrada general a un peso, puede verse el melodrama "Soir Rouge" con la llamada compañía francesa de Mme. Duperrey presentando duetos, músicos y artistas de variedades.

José Tallaví
Pero detengámonos en un hombre; José Tallaví, un extraordinario actor español que una vez más se presenta en los escenarios porteños; es aquel que estando en Argentina en el año 1908 sale de gira por la provincias (Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán)  y en la ciudad de Rosario incorpora a una jovencita de 15 casi 16 años que quería ser actriz; Alfonsina Storni. Participa ella de una gira junto a Tallaví que la lleva durante cinco meses por varios puntos del país donde representan obras como Espectros, de Henrik Ibsen; La loca de la casa, de Benito Pérez Galdós; Los muertos, de Florencio Sánchez y El místico, de Santiago Rusiñol. Sin embargo, Alfonsina pronto comenzó a sentirse incómoda y nerviosa: «... casi una niña y pareciendo ya una mujer, la vida se me hizo insoportable. Aquel ambiente me ahogaba. Torcí rumbos» Afirmaría años despues Alfonsina. Se dice que cuando la compañía actuaba en Mendoza, en la sede de la Sociedad Italiana, el representante de esta asociación comenzó a acecharla obsesivamente. Cuando Talleví se enteró de la situación salió en la defensa de la muchacha e incluso se dio la intervención del juez de menores. Así, aunque la situación cesó, Alfonsina ya no se sentía dueña de su intimidad y tuvo que cambiar el compañerismo de la Compañía Dramática de Tallaví, por la soledad de una habitación de hotel. Estas y otras razones —se había aburrido de la vida en caravana—, pesaron lo suficiente para que Alfonsina dejara el teatro. Sin embargo, junto a José Tallaví aprendió muchos de los secretos de la actuación que años después ella pondrá en práctica cuando le otorguen una cátedra de proesora de teatro en el Teatro Infantil Labardén.
Alfonsina Storni

Cuando José Tallavi estaba en Buenos Aires, frecuentaba el café "La Armonía" aquel que había sido fundado por los hermanos Caneda en 1899 en Avenida de Mayo 1002 y que se hiciera de fama por sus pucheros abundantes y porque luego de los teatros ofrecía chocolate con churros a los artistas que frecuentaban el lugar, como Lola Membrives que solía ir del brazo de su marido; Juan Reforzo, para encontrarse allí con Francisco Ducasse, Elías Alippi, Segundo Pomar, Julio Sánchez Gardel, Vicente Martínez Cuitiño, José A. Saldías y Evaristo Carrriego, entre otros.
 Es muy probable que ese ambiente de La Armonía le fuera propicio para situarse escénicamente en el bar de bohemios que Jacinto Benavente describe en su obra "La Losa de los Sueños" y que José Tallaví presenta en el Teatro Victoria de Buenos Aires a un mes de su estreno en Madrid, (pensemos que para la época podía considerarse casi un estreno simultáneo, claramente previsto por Benavente) Las siguientes dos fotografías son (hasta ahora) inéditas en Internet y nos muestran esa presentación de 1911:
Primer Acto La Losa de los Sueños Compañía de José Tallaví Teatro Victoria Diciembre 1911
José Tallaví en La Losa de los Sueños teatro Victoria  Buenos Aires Diciembre Año 1911
 En "La Losa de los Sueños" Jacinto Benavente le hace decir a uno de sus personajes que la vida es es eso, una losa que sepulta los sueños, es que en ese bar se expone la doble moral de aquellas sociedades (como la madrileña y la porteña) y expone el cinismo, lo desnuda, pero sobre el final, quizás porque no deja de ser un hombre de su tiempo, expone que la mujer que ha pecado debe purgar su falta sepultando tambien sus sueños.
Antonia Plana Fotografia hasta ahora inédita en Internet
 José Tallaví solía presentarse también en el Teatro Avenida, en ese año de 1911, ofreció allí "813 ó el Hombre Negro" junto a Antonia Plana.
También fue Tallaví quien estrenó la mayoría de las obras de Florencio Sánchez y no sólo aquí y en Montevideo, sino que fue él quien hizo conocer a dramaturgos argentinos y uruguayos en Madrid, junto a María Gamez y otros artistas de primera línea.


Teatro Larrañaga en Salto Uruguay donde actuó José Tallaví 

Pero más de una vez le tocó representar obras facilistas y mediocres, que no estaban a la altura del buen teatro que él pretendía, pero que Tallaví utilizaba para acercar un público no habitué de las salas teatrales y en una segunda función a la que el público asistía con la misma entrada de la primera, presentaba las obras que él quería representar.
Se dijo de él que fue tal la meticulosidad  en el estudio de los personajes que creara, tanta su dignidad profesional, que, por ejemplo, no representó nunca a Juan Tenorio por cuanto no podía entenderlo, compenetrarse en él hasta sentirse Tenorio. Recordemos que estamos a principios del siglo XX, cuando se declamaba, cuando Konstantín Stanislavski declaraba: "Nuestro programa es revolucionario; nos rebelamos contra el antiguo estilo interpretativo, la afectación y el falso patetismo, contra la declamación y la exageración bohemia, contra el erróneo convencionalismo en la puesta en escena y en los decorados, contra el star-sistem, que arruina el conjunto, y la mediocridad del repertorio" Es evidente que José Tallaví era Stanislavskiano sin saberlo, que como actor intuitivo había descubierto que la verdad escénica pasaba por la verdad interior y el personaje era una creación que pasaba por el sentir mismo del actor.
Tallaví, que fue por mucho tiempo discutido, que tuvo que luchar con la indiferencia de los públicos y de algunos críticos que lo creían presumido por su predilección por Otelo o Hamlet o por su obsesivo trabajo en los ensayos, que supo de muchos dolores, ingratitudes y miserias, se fue de este mundo cuando la vida ya no le era tan hostil y menos implacable, cuando el reconocimiento le prometía los mejores horizontes para su talento, con apenas 40 años en febrero de 1916

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